quinta-feira, 28 de maio de 2015

PROTOLOGÍA


Del griego protos (primero) y lógos (saber), indica en el ámbito de la teología contemporánea la doctrina que estudia las afirmaciones dogmáticas relativas a los orígenes, al «principio». la creación del universo en general y del hombre en particular, su elevación al orden sobrenatural, la caída del pecado original. El término protología se acuñó en analogía con el término escatología, que estudia las realidades últimas, no ya como término, sino como consumación. Entre la protología y la escatología se da una íntima conexión, en cuanto que Dios llevará finalmente a su plenitud todo lo que estableció desde el principio. La protología implica una etiología como búsqueda de las causas, en cuanto que partiendo de las realidades últimas vuelve a la raíz de las cosas, para señalar su significado último. En este sentido, la protología no es solamente la disciplina que tiene como objeto material los orígenes, sino la búsqueda de sentido a la luz del pasado. El presente y el futuro se pueden conocer mejor en virtud de los orígenes y por otra parte el presente permite comprender en profundidad los hechos que acaecieron al principio. Así pues, la protología implica una concepción particular del tiempo, para la que el pasado no es una realidad estática y muerta, sino una realidad dinámica y operante, continuamente actualizada en el presente y proyectada hacia el futuro, y el presente y el pasado se anticipan de alguna manera virtualmente en el pasado.
En la Biblia, en el Antiguo Testamento los primeros capítulos del Génesis, 1-3, pueden considerarse como una profecía retrospectiva, en cuanto que hacen comprensible la protohistoria hasta Gn 11 y el camino de salvación iniciado con Abrahán y que llega hasta su plenitud en Cristo. De la experiencia ejemplar del éxodo, Israel se remontó a la fe en Dios creador que sostiene y hace vivir el universo para comunicar su salvación a los hombres. La creación y la alianza son expresión del único Dios liberador. También el procedimiento de las genealogías se utiliza para describir y explicar los orígenes y el sentido de la realidad.
En el Nuevo Testamento, la realidad de los orígenes está continuamente presente y explica la venida de Cristo, así como es en Cristo donde encuentra el fundamento, el sentido y la meta todo lo creado. «En él, con él y por él» es la afirmación que se repite continuamente en el prólogo de Juan, en las cartas paulinas, en la Carta a los Hebreos. En los sinópticos, el mismo Jesús apela a la voluntad original del Creador contra la praxis del divorcio: « Fue Moisés el que, por vuestra dureza de corazón, os concedió repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así» (Mt 19,8). Jesús indica que los tiempos nuevos inaugurados por él implican un retorno a los orígenes. Para Pablo, la historia del hombre se desarrolla en una tensión entre el pasado, el presente y el futuro, entre Adán y Cristo. «Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha sido también la resurrección de los muertos; y como todos mueren en Adán, así todos serán vivificados en Cristo» (1 Cor 15,45-49). Cristo es el segundo y último Adán, el prototipo del hombre nuevo y la salvación y consumación de la creación (Tit 3,5)
El prólogo de la Carta a los Efesios (1,3-10) proyecta sobre toda la historia de la salvación el designio presente desde el principio de instaurar todas las cosas en Cristo. De esta manera, la protología y la escatología se responden mutuamente.
Los Padres de la Iglesia profundizaron en el tema de la creación «ex nihilo» y atendieron no sólo a la relación Adán-Cristo, sino también a la de Eva-María, señalando sobre todo en la Madre del Salvador, la nueva Eva, el comienzo de una nueva creación (Justino, Ireneo, Efrén). San Epifanio interpreta la maternidad divina de María en relación con Eva, «madre de los vivientes», en cuanto que el género de los vivientes procede de Eva, pero es María la que concibió a Aquel que vive (Haer. 78,18). Lo que es figura en Eva, se hace realidad plena en María.
El concilio Vaticano II pone de relieve a la creación como fruto del amor de Dios y sitúa en primer plano al hombre y su dignidad. En su reflexión antropológica, la Gaudium et spes adopta una perspectiva protológico-escatológica cuando afirma: «En efecto, Adán, el primer hombre, es figura del futuro» (Rom 5,14), es decir, de Cristo Señor que es el nuevo Adán: revelando precisamente el misterio del Padre y de su amor, revela también plenamente el hombre al hombre y le da a conocer su altísima vocación» (GS 22); concluye de este modo diciendo que todas las verdades expuestas sobre la dignidad del hombre encuentran en Cristo su fuente y alcanzan su vértice en él.
En la teología contemporánea, K. Rahner ha dado un relieve particular a la protología como tarea de la teología para una comprensión más profunda del hombre, indicando que «una protología definitiva es posible solamente con Cristo y solamente a partir de Cristo se la puede concebir en su ser formal propio».
En una perspectiva distinta, en el pensamiento de Juan Pablo II encontramos el tema del «principio» como clave hermenéutica para una comprensión más profunda del designio original de Dios, siempre presente en la historia del hombre y como su verdad más genuina. En esta perspectiva, el Pontífice desarrolló sus catequesis sobre la «teología del cuerpo» (1980-1984), profundizando en el sentido de la corporeidad de la persona humana, de la masculinidad y femineidad, del matrimonio, de la virginidad, etc. Semejante planteamiento se encuentra igualmente en otros documentos suyos como la encíclica Redemptoris mater (1987) y en la carta apostólica Mulieris dignitatem (1988), que a la luz del «principio» afronta el tema de la mujer, de la communio personarum y del desequilibrio provocado en ellos por el pecado.
E C. Rava
Bibl.: K. Rahner. Protología, en SM, Y 627629; Íd" Principio y fin, en SM, Y 553-561; Íd., Reflexiones fundamentales sobre antropología y protología en el marco de la teología, en MS, II/l, 454-468; J. L. Ruiz de la Peña, Teología de la creación. Sal Terrae, Santander 1986; J, Auer, El mundo, creación de Dios, Herder Barcelona 1979; L, F. Ladaria, Antropología teológica, Madrid-Roma 1980.


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